Historia de una caída
Estaba leyendo
una noticia local de dos menores de edad que cayeron de un segundo piso, muy
trágica la escena, una niña de 12 cargaba a su hermanito de 5 meses, se descuidó
y cayó, peor aún, sobre los cables de alta tensión que daban a la calle, muy
triste, iba compartir la noticia en facebook pero mejor compartiré en un breve
escrito, unos segundos de mi propia historia.
Hace muchos años
también me caí, bueno, he caído mucho, y afortunadamente siempre me he
levantado, mi caída de este tipo afortunadamente fue solo de un piso, tuve
mucha suerte pues no tendría más de 4 o 5 años. Tengo vagos recuerdos de eso, supongo
lo recuerdo por el susto, susto que por cierto, género en mi un trauma a las alturas,
vértigo le llaman ahora.
Estaban
construyendo los albañiles y había arena acá y allá, como todo niño yo jugaba por
todos lados y me subí a donde los albañiles trabajaban, a husmear, a conocer, a
saciar mi curiosidad. Sin pensar idea alguna del peligro, me acerque a la
marquesina y mire hacia abajo, me agache y tiraba piedras sobre la arena y sin saber cómo, simplemente me caí, así de
simple, un segundo después estaba abajo.
Los albañiles
gritaron, el buen “Don Fidel” que así lo conocíamos, grito y bajo asustado por
la escalera hechiza de tablas, llamo a mis hermanas cuidadoras las cuales
sudaron frio varios minutos seguramente, pero vaya también eran niñas.
Afortunadamente no paso a más, estaba ileso, sin dolor, consciente, sin
raspones y con los pies medio metidos en la arena, por alguna ilógica razón
logré caer de cuclillas y eso sin duda amortiguo la caída.
¿Qué fue lo que
me salvo de una buena fractura? Muchas cosas en su conjunto, en primer lugar la
arena que acababan de meter los albañiles, la habían metían desde la calle con
sus carretillas formando un montón grande, disminuyendo así la altura de la
marquesina al piso que son sus buenos 3 metros viéndolo hoy en día. En segundo
lugar mi edad, tenía 4 o 5 años, no pesaba mucho y no es el mismo efecto que caiga
40 kilos de un niño de 10 años que 20 de uno de 5 años. En tercer lugar el caer
de cuclillas, eso ayudo sin duda a que no me fracturara los tobillos o peor aún
la cabeza. Una extraña situación que nunca comprendí ni de niño ni de viejo fue el hecho de que estaba arriba
en la orilla también de cuclillas, quede viendo el fondo y arrojaba
piedrecitas, al pestañear ya estaba abajo, nunca supe cómo fue, o tal vez mi cerebro
simplemente lo borro como protección para evitar un trauma mayor.
¿Por qué cuento
esto? Ni siquiera yo lo sé, tal vez para crear conciencia y cuidar más a los
niños, es imposible evitar las tragedias, es casi como una triste estadística
poblacional que se incrementa mas en hogares con dos padres trabajadores y niños cuidando a niños, o tal vez
lo cuento porque tengo la ilusa idea publicar un libro de vivencias personales
en algún día lejano.
concluyo esto diciendo que caí muchas veces más, de diversas maneras y modalidades y sufrí infinidad de accidentes no demasiado serios, pero pues lo contaremos en
otra historia, muy valiente mi posible acción de seguirlas escribiendo, conociendo
mi mala redacción.
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